viernes, 15 de octubre de 2021

Escribir... Escribirme...

 Perdida

Alguna vez te sentiste perdida? Sí, sirve para entenderlo esas veces que nos perdemos geográficamente, miramos alrededor, no ubicamos lo conocido. A veces ni los colores, la sensación es horrible. No sabés si gritar, sentir pánico, llorar, salir corriendo pero... Dónde!? 

Cuando entré a la edad adulta, donde en lugar de estar rodeada de voces que me decían: "sí podes, vamos, no aflojes!" (Aunque sólo fueran voces internas) me encontré en un mundo lleno de "tenés que..." "Depende de vos" "No lo vas a lograr" "Cómo se te ocurre!?"... Voces acusadoras, demandantes... Me sentí perdida pero era chica, apenas una mujercita en lo que se reconoce en el mundo como "edad" de adulta... Quise seguir mi corazón estudiando, pero no encontré algo que me hiciera vibrar alto, tomé entonces lo que encontré, no vibraba pero sentía que había algo en ese camino... Encontré voces que me animaban pero a caminos oscuros, algunos incluso los transité por un tiempo. Me iba perdiendo... Lo que quedaba de fueguito dentro mío dejó de iluminar... Si ni yo sabía cómo sentirlo y mantenerlo vivo. Anduve entre personas llenas de oscuridad. Quizás me eran espejos pero no lo sabía. Escapé de mis emociones, ese de todos modos era un hábito aprendido en la niñez. "No llores", llorar es de débiles, y las nenas fuertes no lloran. Sino "mirá a tu mamá, es débil, llora... Y es floja!" Ay si me habrán marcado esas palabras abuela! Entonces no lloré... Esa tarde en la que comenzó la pérdida de mi inocencia, de mi niñez, y comenzó lo precoz de la adolescencia aún cuando no tenía edad... Esa tarde no lloré, necesitaba ser fuerte. Llorar ha sido de las cosas más difíciles de hacer, y aún hoy no me sale muchas veces. (Igual no llorar socialmente no me ayudó nada, porque entonces fui la insensible, la que no "siente"... Pero volviendo...) En ese entrar a ser adulta empecé a aplicar lo que había aprendido de escapar de las emociones, me obsesioné con el cuerpo, no por amor no... Luego me decanté por comer... Y otras cosas que no voy a mencionar pero me hicieron daño. Es que... Esperaban tanto de mí! Pero nadie me decía por dónde ir... Nadie me mostraba un camino... Lo sé, lo sé, hay que elegir lo que nos enciende ese fueguito interno. Pero el mío estaba moribundo, no había pasión... Ya no había llama, apenas brasas que se irían apagando poco a poco. En esos años me encontré como quien se pierde entre las calles, dejé de reconocerme, dejé de sentir pasión... Empecé a caminar como autómata, estudiaba, trabajaba para otros... Nada era como quería, pero estoy segura que de una forma u otra lo entendés, hasta quizás lo sentís...
Al crecer, algo que si no sabés que sucederá o qué hacer trae mucho dolor, que es perder amigas y amigos... Duele, muchísimo. Esa amiga de toda la adolescencia que eligió un novio (hoy esposo) maltratador y no pude, ni salvarla ni quedarme. Ese amigo que no entendió la amistad y ésta, que me era tan preciada, quedó en el camino. La carrera que me decía "quién era", porque en ese momento todos creían que eras lo que hacías, lo que estudiabas... Hoy puedo reírme y decir ¡Nada que ver! Pero en ese momento, me era muy cierto... Y yo estudiaba porque amo aprender, porque en el camino de estudiar me encontré con grandes pasiones, como historia, que no podía estudiar por distancia y falta de recursos, pero no quería "ser" esa profesión! Hoy creo que siempre supe que no me iba a recibir. Y no lo hice. (Mala mía...?)
En el camino, escuchando a un chamullero decirme que era el "amor de su vida" y mirándolo sobre el hombro con absoluto desagrado, sí era así de jodida, le dije "claro que no lo soy!" esa persona me producía repelencia. Ese día me dí cuenta que aún tenía sentimientos muy intensos por uno de mis primeros novios, y empecé a buscar formas de encontrármelo. No iba a ser difícil, él iba a tomar mates con mi papá... Nos encontramos, nos miramos, mates de por medio llegó el encuentro más intenso de mi vida, la fuerza de es encuentro fue tanta, fue como las olas rompiendo en la orilla, ese beso del reencuentro, las sensaciones en la piel, todo se rompió y se volvió a juntar y ambos supimos que o íbamos tras ese fuego conjunto o nos iba a quemar... Lo recuerdo y siento la intensidad, yo necesitaba eso en mi vida, algo que me de pasión, que me motive. Y nos casamos... No, no me había encontrado, seguía perdida pero me sentía bien con él, y con el papel nuevo de esposa... Tampoco me sabía perdida, hoy tanto tiempo después es que miro atrás y lo veo... Vaya que lo estaba! Caminaba automatizada por una sociedad llena de automatismos y no veía nada. Mis sentimientos suelen ser como las olas del mar, me llevan, me mecen, a veces están en calma... Pero también hay tormentas y las olas arrastran y rompen... Hunden. Siempre me sentí atraída al agua, me serena... Y al fuego, me apasiona y también, a veces me relaja. Pero ambos me dan también mucho miedo. Por lo pronto, ser adulta parecía estarme saliendo bien. En general las personas parecían aprobar mis nuevas elecciones, y mi compañero me gustaba y me apasionaba... Dejé el estudio porque, ya lo dije, no quería "ser" eso. Me dediqué a mi hogar, era lindo, intenso... Vinieron dos hijas... Y al nacer ambas, me perdí aún más. Mi esposo siempre me acompañó y respetó pero él, no tenía idea qué duro era empezar el embarazo anhelado con un cuerpo y terminar con otro, mirarte al espejo y no reconocerte, que el cuerpo no responda cómo antes, encontrar que una vida te demanda, el cuerpo y el alma... Él no supo lo que lloré, ahí sí lloré, pero sola... Y ese proceso posterior al parto que ninguna madre debería pasar sola y yo... No tenía muchas amigas, y las que tenía preferían no hablar del tema, mi madre estaba ausente (normal) y con mi suegra no había mucha relación. Así que estaba sin tribu, presionada por un pediatra hombre que tenía menos sensibilidad que una roca, que no tenía idea... Yo más perdida que nunca, desconectada de un cuerpo que era mío pero no lograba sentir mío... Esta vez podría describirlo como que estaba en medio de la nada, sin caminos marcados, no es que hubiera alguno para elegir. Nada. Ni diferenciación entre cielo y tierra... Yo ahí en el medio, sola, dando tumbos.

CONTINUARÁ... CONTINUARÉ.


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